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Experiencias

Niño, deja ya de joder… en vacaciones

Puede suceder que lleguemos a sufrir ataques de pánico a la hora de pensar en unas vacaciones con nuestros queridos hijos. Pero atención, a no alarmarse: además de que no estamos solos en ciertas desventuras, existen múltiples opciones y perspectivas que nos ayudan a llegar a buen puerto, pleno de disfrute y en compañía de estos “pequeños demonios”.

“A la playa, y en un lugar apartado. Seguro que a él le va a encantar, y nosotros también vamos descansar.” Así comenzó a tomar forma nuestro proyecto de vacaciones con un bebé. Los sitúo en tiempo y espacio: noviembre de 2010, conversación con mi esposa luego de cenar. Simón –nuestro hijo, el bebé en cuestión– tenía seis meses, y para la segunda quincena de enero de 2011 ya iba a cumplir ocho.

En breve se darán cuenta, caros lectores, que partíamos de una premisa falsa, intentando trenzar por la fuerza dos caminos absolutamente paralelos: nuestro descanso físico y mental, y el absoluto bienestar y felicidad de nuestro gurrumín. Era como si, sin darnos cuenta, estuviéramos avanzando hacia un precipicio, desestimando que tras el despeño sólo nos aguardaba la muerte segura.

Para ese enero de 2011 elegimos un destino perdido en Uruguay, un balneario denominado Jaureguiberry, localizado a 80 km. de Montevideo camino a Piriápolis.

Allí nos alojamos los tres –mi esposa, el pequeño y yo– en una casa frente a una inmensa duna y, tras ella, la extensa playa, con una perspectiva de cinco días de descanso.

Ni bien llegamos, se nos ocurrió pensar que a nuestro bebé le iba a encantar conocer el mar, así que planeamos la actividad para el siguiente día.

Esa mañana, al despertarnos, Murphy llamó a nuestra puerta con todas sus perras leyes bajo sus brazos. Simón tenía fiebre alta (entre 39º y 40º C); y además, desde el horizonte marino acechaban unos macizos ovillos de nubes de carbón. A los cinco minutos, sobrevinieron ambas tormentas: la de verdad, la de agua y granizo incesantes; y la otra, la del llanto de bebé in crescendo, de 50 a 200 decibeles en 30 segundos, potente, arrolladora, insoportable, abrumadora, llena de pordioses y de bastas.

Allí estábamos, solos, sin automóvil, rodeados de playa con lluvia y de llantos-casi-rugidos. Decí que la prima de mi esposa es médica y montevideana. Y que la llamamos casi llorando. Y que desde Montevideo nos hizo llegar a la casa a una colega pediatra. Y que esa colega pediatra revisó al bebé, despejó dudas y nos consoló. Y que le dimos a Simón la dosis exacta de un antifebril para bebés. Y que Simón se calmó.

La que no se calmó fue la lluvia, que prosiguió durante varias jornadas. Conclusión: de cinco días en Jaureguiberry, dos lo dedicamos a la atención del proceso viral del pequeño; otros dos a permanecer dentro de la casa debido a la intensa lluvia; y el quinto a pasear por la playa durante la mañana, dos horas, ya que por la tarde debíamos volver a Montevideo. Mi amor, ¿me alcanzás la 45? Está junto a la mamadera. Gracias…

NO ESTAMOS SOLOS.

Por lo general, las primeras vacaciones con hijos resultan una experiencia olvidable. Vale también el relato de Carla Czudnowsky, periodista, conductora de televisión, hacedora del espacio “El kiosquito de Carla” en el programa televisivo “Duro de domar” y autora del libro “Más madres, menos mentiras”, de Editorial Planeta: “No vayan a la playa con bebés o niños muy pequeños: les van a cagar las vacaciones”.

“Los bebés odian la playa. No toleran el sol en los ojos, el viento los irrita y la arena… se la comen, cuando no los paspa. Odian que les pongas protector solar. Es pegajoso, con lo cual la arena se les pega, y el bebé es una milanesita de lomo de neonato”, narra desde su blog www.carlitacz.com.ar.

Y también me contó su experiencia Paula Rodríguez, periodista y coautora –junto a su colega y amiga Ingrid Beck– de los libros “Guía (inútil) para madres primerizas” 1 y 2 (Editorial Sudamericana): “Mi niño todavía no caminaba, y con mi marido elegimos un área agreste y muy coqueta de Villa Gesell. En vano, porque en esa parte las calles eran de tierra o arena, y el cochecito de bebé se nos clavaba. Cargué a mi hijo a upa durante todas las vacaciones. Además, no me durmió en los 15 días, con lo cual el descanso del resto del mundo transcurría alrededor de mí”.

Ingrid Beck, periodista y actual directora de la revista Barcelona, tampoco fue la excepción a la regla: “Las primeras vacaciones fueron en una casa alquilada, en un barrio cerrado, con un bebé de cinco meses. Fue uno de los veranos más calurosos del mundo. La pasamos horrible. Nos aburrimos, yo estaba puérpera, el bebé no dormía y mi marido se lastimó y hubo que coserlo. Creo que ninguna otra opción habría sido buena”.

Azul Lombardía, coautora junto a Julieta Otero del libro “Según Roxi - Autobiografía de una madre incorrecta”, de Editorial Grijalbo, también se hizo eco de este desaliento. Recuerda Lombardía que, como mamá primeriza, durante unas vacaciones en una quinta, a su hija le habían brotado “unos granitos del tipo eruptivos”.

“Parecían moluscos, pero en ese momento no sabíamos bien qué era, y por las dudas la llenábamos de crema protectora, y después de crema hidratante, y de crema de bebé, de esas para evitar paspaduras, y le poníamos una remera mojada todo el tiempo. Cuando la erupción no hacía otra cosa que crecer y consultamos a un profesional, lo primero que nos dijo fue que la zona no debía estar húmeda. Y siempre recordamos (y las fotos nos ayudan) que la teníamos todo el día completamente mojada y encremada”, concluye Lombardía.

VACACIONES PARA TODOS Y TODAS.

Pero no nos debemos ahogar así como así en un vaso de lágrimas de niño. Con estas experiencias, la primera lección pasa por relajarnos y ser permeables a lo imprevisible, con lo cual ya habremos ganado en tranquilidad (y ahorrado en sedantes).

Lo siguiente es internalizar el concepto de que existen tantas formas de vacacionar como edades de un ser humano.

Así, si nuestros demonios tienen menos de un año, lo recomendable son unas vacaciones no itinerantes: un enclave con nada para hacer y una estadía lo más sedentaria posible, de modo que el niño reconozca poco a poco el lugar, adopte rutinas y se sienta “como en casa”. A continuación, algunos botones de muestra:

-Ville La Plage Pousada & Resort, de Búzios: ideal para pasarse una semana en familia junto a los más pequeños. Frente a la playa de João Fernandes, esta posada cuenta, entre otros servicios, con piscina, sector de juegos y recreación para niños.

-Sheraton Colonia Golf & Spa Resort: el 5 estrellas de Colonia del Sacramento reinauguró su Club de Niños, especial para que los papás puedan disfrutar de la propiedad mientras sus hijos se entretienen bajo la atenta mirada de un coordinador. Si bien está concebido para mayores de cuatro años, los menores de esa edad pueden acceder en compañía de algún familiar adulto.

-Costa Cruceros: en las próximas vacaciones Costa Cruceros sorprenderá a sus huéspedes más chicos con nuevas actividades diseñadas para ellos, gracias a su programa Fun@Sea. La flota cuenta con cuatro exclusivos clubes –con diferentes actividades según la edad–: Club Mini (para chicos de 3 a 6 años); Club Maxi (de 7 a 11 años); Club Teen Junior (de 12 a 14 años); y Club Teen (para adolescentes de 15 a 17 años).

Los clubes Mini y Maxi proponen diversas actividades, que varían desde cursos de creatividad a competencias deportivas. Mientras que, Teen y Teen Junior, ofrecen programas artísticos, deportivos, lúdicos y participativos.

Y para el caso de niños un poco más crecidos, también es posible incursionar en viajes que comiencen a aventar su adrenalina. Desde la revista “Planetario”, un artículo recomienda rumbear para el cañón del Atuel (Mendoza): según este texto, un imperdible allí es el Bosque Aéreo Euca, predio de 3,5 ha. en las orillas del curso de agua: “Cuenta con más de 50 juegos, ¡entre 2 y 11 m. de altura! Provistos de un arnés, un casco, una polea, mosquetones y guantes, se transitan las copas de los árboles usando puentes de soga o madera, trapecios en altura y tirolesas”. Para concluir: “Sin dudarlo, el descenso por las aguas del río Atuel haciendo rafting en balsas es el pico más emocionante del viaje”.

Lo bueno de ver las situaciones desde otra perspectiva es que las posibilidades se van abriendo a cada paso. Una vez, una agente de viajes especializada en familias me aconsejó estirar bien arriba los brazos, junto a nuestros hijos, hasta tocar Europa. “¿Europa?”, pregunté. “Sí, sin tomar demasiadas ciudades: por ejemplo, Madrid-París o París-Roma”. Y fue más allá: “París es la que más recomiendo. Además de que allí está emplazado Disneyland París, hay museos con actividades para ellos. Adicionalmente, a los niños les encanta subir, treparse y mirar desde lo alto: entonces, ¿por qué no ascender con ellos a la torre Eiffel o al Arco del Triunfo? Eso a los chicos les encanta”.

DAME LA MANO Y VAMOS A DARLE LA VUELTA AL MUNDO.

A esta altura, quitémonos la cáscara del prejuicio aquel que nos taladra la cabeza: “Quien vacaciona con niños amanece agobiado, podrido, envejecido”.

Nos ayuda mi amiga, la agente de viajes: “Sólo hay que prestar atención a muchos detalles en materia de servicios. Es imposible que tomes un vuelo de 23 horas, o con varias escalas. Deben ser directos o con escalas muy cortas. Necesitás que una agencia te haga las reservas de asientos. Con respecto al alojamiento, es aconsejable contratar hoteles con recreación para niños y con régimen all-inclusive. El encarar un viaje con hijos pequeños está muy relacionado con la decisión de los padres. Los chicos se adaptan, sobre todo si uno los hace viajar desde su más temprana edad”.

Y también nos ayuda Czudnowsky: “Las vacaciones se trata de pasar tiempo juntos, y de pasarla bien estando juntos. Mis vacaciones ideales son en bikini, short y ojotas… con chicos a upa, con chicos en el agua o con ellos en la cabeza. Bruno y Benjamín son mis hijos, los amo, la pasamos genial, y fui madre no sólo para tener hijos, sino también, para compartir con ellos, para estar con mis hijos”.

Y completa Azul Lombardía con una linda vuelta de rosca para ir pensando: “Lo que a mí me funciona mucho (porque a mis hijas también) es vacacionar con amigos. Lo ideal es irse a una misma opción de alojamiento con puntos en común, pero con intimidad de familia (por ejemplo, los complejos de cabañas), donde sea posible descargar neurosis y miserias, y mantener una mínima libertad sobre el horario del baño. Todo lo que sea vacaciones está rodeado de felicidad, excitación, caos, negociaciones, demanditis infantil, necesidad de descansar de los adultos y mil contradicciones más. Pero en definitiva son vacaciones, y uno no puede hacer otra cosa que exigirse disfrutarlas”.

¡ENTONCES VAMOS!

Noviembre de 2013, yo: “Amor, ya lo decidí. Tengo el lugar ideal para pasar unas vacaciones hermosas con nuestros hijos (N. del R: no les conté. Además de Simón, que ahora tiene tres años, se nos coló Manuel, de uno recién cumplido…). Un lugar tranquilo, de playa y mar. Y apartado. Seguro que a ellos les va a encantar, y nosotros también vamos a poder descansar. ¡Nos vamos a Jaureguiberry!”.

MIS HADAS MADRINAS

-Carla Czudnowsky: Yo quería escribir un libro para aquellas madres que, como yo, vivencian la maternidad de otra manera, o que sienten culpa de las emociones que experimentan y vergüenza de compartirlas. Durante mucho tiempo me sentí muy sola en este punto, hasta que, hace unos años, comencé a escribir mi polémico blog `Odio a mis hijos´, donde hablo de estos temas, y descubrí no sólo que no era la única que pensaba y sentía así, sino que además había miles que, como yo, tenían un grito atragantado y que necesitaban una voz prestada para encausarlo”, dice esta periodista, desde su libro “Más madres, menos mentiras”. Czudnowsky exhibe un paso reconocido por distintos ciclos televisivos, como “Zoo” y “Kaos”junto a Juan Castro. En la actualidad es conductora de su propio espacio, “El kiosquito de Carla”, en el programa “Duro de domar”.

-Paula Rodríguez: periodista, egresada de la escuela de TEA. Fue coautora del libro “Queríamos tanto a Olmedo”, y jefa de Redacción de la revista “La Maga”. Fue editora de la revista de ESPN para tablets y, en general, está vinculada a la realización y puesta en marcha de proyectos editoriales. Es madre de León, de nueve años. 

-Ingrid Beck: periodista y, como su amiga Paula, también egresada de TEA. Fue guionista y columnista de “Radio Portátil”, y guionista de “Tarde Negra”, ambos programas de la Rock & Pop. Actualmente es directora de la revista “Barcelona”. Mamá de Simón y Miguel.

-Azul Lombardía: es guionista y directora de la serie web “Según Roxi”. Nació en junio de 1979. Es hija de padres separados, y pasó su infancia entre La Plata y Sarandí. Como actriz integró el grupo de teatro Los Susodichos y trabajó en cine, televisión y series webs. Escribió guiones para el canal Encuentro, y la obra de teatro Doberman, que también dirigió. Está felizmente en pareja con Poly con quien tienen dos hijas: Sofía y Ana. Vive retomando yoga. Ama las autobiografías.

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