-Preguntarse dónde nos gustaría ir y luego ir. Tener hijos pequeños no tiene por qué ser como llevar un ancla agarrada al cuello. En lugar de preguntarnos: ¿Adónde puedo ir ahora que tengo hijos?, debemos partir de la premisa de que podemos ir donde querramos, y de que nuestros hijos disfrutarán de las mismas experiencias que a nosotros nos parezcan agradables.
Diez secretos para unas vacaciones con niños y sin estrés
-Viajar con nuestros hijos, no para nuestros hijos. Tengan la edad que tengan, los hijos son nuestros compañeros de viaje. No deben convertirse en el centro absoluto de atención, pero tampoco deben ser meros bultos sin voz ni voto. Conviene implicarlos al máximo en los preparativos del viaje. Si aún no saben hablar, tendremos que ser sus intérpretes mientras estemos planificando el viaje, y adivinar sus deseos a la hora de tomar las decisiones. Los niños algo mayores pueden participar en la lectura de mapas, el pase de videos, la búsqueda de información en Internet y la lectura de guías ilustrativas de viaje que consultemos antes de la partida.
-Estar dispuesto a aceptar los imprevistos. Ya no podremos ser tan espontáneos como antes del nacimiento de nuestros hijos. Pero ello no implica que nuestras vacaciones vayan a ser aburridas o predecibles. Nuestra perspectiva de las cosas va a cambiar de manera insospechada. Sitios a los que vamos año tras año serán diferentes si vamos en compañía de nuestros hijos. Y no debemos desalentarnos si a veces las cosas no parecen salir del todo bien. Es normal. En las vacaciones sin hijos tampoco todo es siempre perfecto.
-Ir prevenidos. Antes de partir, conviene hacer una evaluación realista del número de horas que nos pasamos cuidando de nuestros hijos. ¿Cuántas horas dedicamos a tareas que son “imprescindibles” y, por lo tanto, son como un “trabajo”? Entre ellas: darles de comer, vestirlos, recoger las cosas que dejan tiradas, dormirlos, etcétera. Son obligaciones que no desaparecen por arte de magia por el hecho de irnos de vacaciones. Cuanto más presentes las tengamos, menos probable será que nos desborden cuando estemos fuera.
-Obtener la ayuda necesaria para pasarlo bien. Si un cálculo realista del “trabajo” necesario para cuidar a los niños amenaza con reducir en exceso el tiempo de ocio, tratemos de buscar una solución. Por ejemplo, buscar un sitio de vacaciones que ofrezca un servicio de cuidado infantil, o llevarnos de viaje a una persona de confianza que oficie de cuidadora.
-En caso de viajar en avión hay ítems a tener en cuenta. Utilizar los asientos delanteros, dar de beber mucho líquido al niño y controlar su temperatura corporal. Para evitar la presurización de los oídos de un bebé, es conveniente darle de mamar, o bien el chupete. También para niños más grandes es útil llevar chicles para mascar. Asimismo, se podrá solicitar el menú infantil a la compañía aérea (no todas ofrecen este servicio). En la mayoría de las aerolíneas, los chicos menores de dos años pagan el 10% del pasaje, siempre y cuando lo hagan sentados en la falda de uno de sus acompañantes. Los menores de dos a 12 años abonan el 67% de la tarifa del adulto con derecho a asiento.
-Equipaje de mano. No olvidar llevar suficientes pañales, crema, aceite, algodón y otros menesteres para realizar varios cambios durante el viaje. Para los niños mayores, es conveniente tener a mano sus juguetes y libros favoritos para que puedan distraerse.
-Botiquín de primeros auxilios. Es fundamental contar con los elementos necesarios para atender a los chicos ante cualquier eventualidad. Siempre es aconsejable conversar con el pediatra respecto de qué medicamentos y elementos llevar. Como orientación se aconseja incluir la siguiente lista:
-Termómetro.
-Protector o pantalla solar.
-Repelente de insectos.
-Vendas de varios tamaños.
-Gasa estéril y algodón.
-Frasco de solución fisiológica.
-Alcohol (para desinfectar manos y objetos).
-Agua oxigenada (para heridas sangrantes y sucias).
-Bolsa para hielo (para golpes o inflamaciones).
-Medicamentos analgésicos y antifebriles.
-Medicamentos que el niño suele necesitar y que su pediatra aconseje.
-Apartado preadolescentes. Los preadolescentes muestran mayor disposición ante los viajes cuando sus padres les permiten involucrarse en la planificación del mismo. Por eso, cuando se estén programando actividades, considere los deseos de sus hijos y prepárese para realizar verdaderas concesiones. Los chicos más grandes pueden ser una gran compañía para recorrer una ciudad, aunque es mejor no armar con ellos circuitos demasiado largos. Además, provea a su hijo de cierta cantidad de dinero local –con un monedero personal o un cinturón/billetera– y deje que haga sus propios gastos sin salirse del presupuesto diario. Es importante para ellos que haya señal de celular en el destino elegido, para que puedan comunicarse con sus amigos. Es recomendable facilitarles el acceso a Internet.
-Disfrutar. Con todos estos consejos sólo resta relajarse (en la medida de lo posible) y disfrutar…
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