“–¡Ah!, comandante –exclamé con convicción–, su Nautilus es verdaderamente maravilloso.
El singular glamour de tocar fondo
–Sí, señor profesor –respondió con auténtica emoción el capitán Nemo–, y para mí es como un órgano de mi propio cuerpo. El hombre está sometido a todos los peligros que sobre él se ciernen a bordo de cualquiera de vuestros barcos confiados a los azares de los océanos, en cuya superficie se tiene como primera impresión el sentimiento del abismo, como ha dicho tan justamente el holandés Jansen, pero por debajo de su superficie y a bordo del Nautilus el hombre no tiene ningún motivo de inquietud. No es de temer en él deformación alguna, pues el doble casco de este barco tiene la rigidez del hierro; no tiene aparejos que puedan fatigar los movimientos de balanceo y cabeceo aquí inexistentes; ni velas que pueda llevarse el viento; ni calderas que puedan estallar por la presión del vapor; ni riesgos de incendio, puesto que todo está hecho con planchas de acero; ni carbón que pueda agotarse, puesto que la electricidad es su agente motor (…); ni tempestades a desafiar, ya que a algunos metros por debajo de la superficie reina la más absoluta tranquilidad. Sí, éste es el navío por excelencia. Y si es cierto que el ingeniero tiene más confianza en el barco que el constructor, y éste más que el propio capitán, comprenderá usted la confianza con que yo me abandono a mi Nautilus, puesto que soy a la vez su capitán, su constructor y su ingeniero”.
Extracto del libro “20 mil leguas de viaje submarino”, de Julio Verne.
En múltiples aspectos se viene comprobando que la realidad comienza a superar a la ficción. En ese sentido, también es consecuente con este razonamiento la factibilidad de que todo, absolutamente todo, sea posible y alcanzable para los viajeros de alta gama. Y así, bajo esa premisa, es como debe asumir su negocio el profesional de turismo: el segmento de alta gama anda permanentemente en busca de experiencias inéditas, y para ello debemos estar preparados, siempre dispuestos a dar respuesta a insólitos intríngulis.
Imagine, querido lector, la siguiente escena:
Usted se encuentra dentro de un submarino, envuelto no sólo en las planchas metálicas del complejo aparato, sino también en un silencio abrumador. Si pega la nariz a su ventanilla, observará que el azul intenso lo rodea todo. Podrá deleitarse con el plácido desplazamiento de algunos peces en la profundidad oceánica pero, fundamentalmente, queda usted subsumido en la oscuridad de ese azul nunca antes visto. Todo transcurre con sigilo en la profundidad desmesurada cuando, inesperadamente, irrumpe en su campo visual una realidad inmensa: la mismísima proa del Titanic.
Si hasta le parece estar viendo a Jack Dawson (Leonardo DiCaprio) sosteniendo de la cintura a Rose DeWitt Bukater (Kate Winslet), ella con los brazos extendidos, en una de las más famosas escenas de la película de 1997. Precisamente, experiencias de este tipo son a las que el viajero de alta gama está permanentemente echando el ojo.
Situaciones así, que hasta ahora parecían meras hipótesis para el turismo, comienzan a tomar forma a partir de propuestas como la que echó a rodar Mike Mc Dowell, titular de la agencia de turismo aventura “Deep Ocean Expeditions”, basada en Seattle (Washington).
Hasta 2012, visitar el Titanic –localizado a 3.800 m. de profundidad– a través de su agencia, a bordo de un submarino, costaba unos US$ 60 mil por persona. Su firma también ofrecía paseos a respiraderos hidrotermales en el fondo oceánico y, por US$ 375 mil, una excursión de 35 días y 15 inmersiones en el Atlántico Norte.
Rumbeando hacia las islas Canarias, será posible experimentar la propuesta de la firma Subcat. ¿En qué consiste? Sencillo: Subcat es un artefacto capaz de navegar en superficie y también en inmersión, a bordo del cual se realizan excursiones submarinas. El itinerario comienza en el puerto de Morrojable, al sur de la isla de Fuenteventura. Allí, el pasajero tomará asiento en la cubierta de popa del catamarán-submarino (con capacidad para 30 personas) para iniciar una plácida travesía, todavía sobre la superficie del mar.
Una vez en la zona de inmersión habrá que ingresar al interior de la cabina por la escotilla de la popa. Ya adentro de la embarcación se inicia la maniobra de inmersión: desde el asiento es posible observar cómo el agua va cubriendo los amplios ventanales, a medida que el Subcat se sumerge y queda inerte en el profundo azul del mar de Fuerteventura, a unos 30 m. de profundidad.
Cuando el Subcat se sumerge totalmente, navega lenta y silenciosamente por este universo desconocido, en el que abundan tortugas, meros, barracudas y mantarrayas, entre otros seres de este inabarcable ecosistema.
Ya en el momento de la ascensión, el Subcat acelera y sale a la superficie, emulando el majestuoso salto de una ballena.
TOPISIMO.
Otro ejemplo de exclusividad submarina es el “Lovers Deep”. Se trata de una suite localizada en un submarino, el cual podrá situarse cerca de la costa de cualquier bellísima isla caribeña a elección del pasajero. Pasar una noche en esa suite cuesta € 105 mil por persona, y el período mínimo para hacer la reserva es de dos noches seguidas, o sea que habrá que destinar al menos la friolera de € 420 mil.
¿Qué obtienen los clientes a cambio de esta pequeña fortuna? Entre otros detalles, un ambiente exclusivo y romántico con música de Barry White, pétalos de rosa y desayuno con champán en la cama. Además, el personal está compuesto por tres empleados –cocinero, mayordomo y capitán–, que ocupan una zona insonorizada del submarino para garantizar la intimidad de los huéspedes.
Más para deleitarse: los pasajeros también disponen de una lancha o helicóptero, para el caso de que decidan escaparse a alguna playa cercana a pasar la mañana.
“WE ALL LIVE IN A YELLOW SUBMARINE…”.
Para acceder a la versión local de este tipo de travesías sólo debemos rumbear hacia Puerto Madryn (Chubut) y, desde allí, acceder a la tranquila y bella localidad costera de Puerto Pirámides. En este punto se ubican las oficinas de Yellow Submarine, empresa que puso en funcionamiento un semisumergible de 17,20 m. de eslora, 4 m. de manga y 2,10 m. de calado, que permite observar a las ballenas francas australes y a los lobos marinos de un pelo como si se estuviera buceando junto a ellos.
La excursión –de una hora y media– comienza con una navegación por el Golfo Nuevo, en un radio de 10 millas desde el lugar de partida, dependiendo de la posición de los animales.
Ya en el punto en el que se localizan los animales, los pasajeros podrán optar en todo momento, y de acuerdo a sus preferencias, por permanecer en la cubierta exterior o acomodarse en alguna de las 40 ventanas de la cabina submarina. En ambos casos disfrutarán cómodamente sentados de las explicaciones de un guía ballenero, mientras se observa a los animales.
“La combinación del avistaje submarino con las panorámicas vistas desde la cubierta exterior resultará una experiencia inolvidable”, aseguran desde Yellow Submarine. La tarifa, en temporada alta (del 1º de septiembre hasta el 15 de diciembre) es de $ 1.280 para mayores, y $ 640 para menores (niños de 4 a 12 años).
Subcat: www.subcat-fuerteventura.com.
Lovers Deep:www.oliverstravel.com.
Yellow Submarine: 0280 447 3043/15 457 2551/www.yellowsubmarinearg.com.
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