Apenas aterrizamos en la capital de Republica Dominicana, Santo Domingo, un vapor cálido y pegajoso nos dio la bienvenida. Enseguida tomamos posición en el vehículo y activamos el modo “Caribe” para dirigirnos, sin escalas, hacia Samaná.
Una combinación perfecta de paisajes, excelente servicio y calidez bien entendida
Atravesamos la isla y después de dos horas llegamos al destino: el Hotel V Samaná de la cadena Viva Wyndham, una propiedad exclusiva para adultos -con régimen todo incluido- emplazada sobre la bahía de Cosón en Las Terrenas, un área de gran belleza, localizada en la península de Samaná.
Luego de una cálida bienvenida, disfrutamos de una exquisita cena en Le Marché, el restaurante tipo buffet que ofrece especialidades regionales.
Al día siguiente, después de un completo desayuno en el que abundaron frutas como el ananá, la sandía y la papaya, además de la patisserie de influencia francesa, tuvimos la oportunidad de recorrer las instalaciones del V Samaná.
Las 144 habitaciones con vista al mar o al jardín (incluidas la “Vibe Rooms”, que cuentan con una pequeña pero encantadora piscina privada) conforman el total de las unidades del alojamiento. Además, el hotel ofrece una amplia variedad gastronómica y actividades de recreación que fuimos descubriendo con el correr de los días.
La cancha de tenis, el spa, el gimnasio, la piscina con vista al mar –rodeada por jets con hidromasaje–, las románticas camas balinesas y las hamacas que se extienden entre las palmeras que pueblan los jardines del Viva, completan el paisaje exterior del complejo.
En la zona de relax, las reposeras invitan al descanso y revelan hermosas vistas al mar, mientras que en el bar Entre Palmas se ofrecen tragos y bebidas de alta calidad en la zona de playa y se organizan clases de coctelería.
Durante nuestro relevamiento, con el sonido del mar de fondo y el de la coctelera de frente, aprendimos a preparar “Amor de mis amores”, “Martini Expreso” y “V Samaná”, este último a base de ron blanco y dorado –añejo–, amaretto, ananá y limón refleja el espíritu del hotel: fresco, descontracturado y de excelente calidad.
Por la noche, la cena tuvo lugar en el elegante restaurante Mar y Fuego donde pudimos degustar mariscos y otras especialidades marinas cocinadas a la parrilla.
Al día siguiente, la agenda se presentaba completa de actividades tales como una visita al spa del hotel y un paseo por las bohemias callecitas de Las Terrenas. Entonces, luego de desayunar en Le Marché y confirmar –una vez más– que el sabor de las tostadas francesas es impecable; llegó el turno de conocer el spa.
El Whisper Coconut Spa se encuentra emplazado en un área natural del hotel, por lo que una vez que atravesamos la recepción –donde parte del staff nos explicó los tratamientos relajantes que incluyen el aceite de coco como elemento esencial–, nos pusimos “literalmente” en manos locales para disfrutar de una sesión de masajes.
“Poesía de mar”, ideal para disfrutar en pareja, “Susurro del cocotero” o el “Hike and Seek Ritual” que se realiza dentro de un Temazcal y consta de baños aromáticos y masajes utilizando técnicas indígenas e ingredientes terapéuticos originarios de América como el cacao, la caña y el coco, completan parte de la oferta de este reducto donde se respira calma y se percibe una sensación de bienestar permanente.
La cena tuvo como escenario el restaurante Fusión. Más tarde, la jornada concluyó con un brindis en el singular e imperdible bar El Hip que tiene una colorida decoración de mosaicos de los más diversos diseños. Es un lugar ideal para cerrar la noche escuchando buena música y degustando alguna bebida.
Ese mismo día por la tarde, junto a nuestro guía Prudencio Ferdinad (Prudy), representante del Ministerio de Turismo de República Dominicana, visitamos Las Terrenas.
Desde el alojamiento hasta el centro de Las Terrenas hay aproximadamente 10 minutos de viaje. Allí vale la pena recorrer el pequeño malecón donde se suceden bares y restaurantes de excelente calidad, además de las mejores vistas para disfrutar de una bellísima puesta de sol caribeña.
Por otra parte, quienes deseen adquirir recuerdos dominicanos podrán recorrer las tiendas para perderse entre tallas en madera, aceites esenciales y anillos con incrustaciones de larimar, una piedra semipreciosa que sólo se encuentra en República Dominicana.
Al día siguiente comenzó la acción, ya que nos esperaba una visita al famoso salto El Limón, localizado en el km. 4, a la salida de Samaná. Luego de atravesar el camino, pleno de tonos de verdes interrumpidos por pequeñas casas coloridas llegamos hasta el ingreso al salto.
Allí, provistos de botas o zapatillas de trekking emprendimos una cabalgata -de no más de 30 minutos- por el bosque tropical. Luego completamos el sendero a pie y en menos de 10 minutos nos encontramos con la maravillosa caída de agua del salto.
Exhaustos y acalorados no dudamos en refrescarnos en la piscina de aguas cristalinas que rodea el impactante salto. Mientras hacíamos equilibrio para afirmarnos sin resbalar, un grupo de intrépidos clavadistas nos saludaban a los gritos y saltaban sin temor; dejándonos boquiabiertos. Por nuestra parte, nos debatíamos entre mirar, sostenernos erguidos o aplaudirlos desde el borde.
Más frescos y mucho más cansados regresamos al V Samaná, previo paso por las bellísimas playas de Las Terrenas. Por la noche, compartimos la cena en MediTerrenas, el exquisito restaurante de especialidades mediterráneas del V.
La última jornada en Samaná también fue intensa y nos despertó altos niveles de adrenalina. Salimos temprano y nos encaminamos hacia el Parque Nacional Los Haitises.
Luego de internarnos en la espesura de los senderos peninsulares llegamos hasta un pequeño embarcadero donde abordamos un semirrígido que nos permitiría conocer, desde adentro, este reducto natural.
La navegación comenzó como un hermoso paseo al sol y a medida que avanzamos nos fuimos internando entre las formaciones rocosas emergentes, los cayos donde habitan decenas de especies de aves, y las cuevas misteriosas que resguardan impactantes petroglifos y pictografías (dibujos, símbolos y escrituras muy antiguas plasmados en piedras).
Al bajar de la embarcación pudimos caminar entre las formaciones de roca caliza explorando sus intersticios y recovecos donde las estalactitas conforman paisajes surreales.
Al regreso, navegamos entre los manglares por la cuenca baja del río Yuna y en una espesa zona de manglares nuestro acompañante nos propuso guardar silencio por un rato y reconocer los sonidos de la naturaleza, lo intentamos y pudimos ver el reflejo del sol colándose entre las lianas como también las aves, acompañando con su canto, el fluir de las aguas que acunaban suavemente la embarcación.
Fue un momento único que cada uno de nosotros recordará con sus propios sonidos e imágenes y fue el broche de oro de una invitación signada por la amabilidad, el buen gusto y la comunión con la naturaleza; tres fortalezas que caracterizan tanto al V Samaná como a la República Dominicana, que pudimos descubrir durante nuestra estadía.
Durante la última jornada, antes de regresar al aeropuerto de Santo Domingo, tuvimos la oportunidad de recorrer parte del centro histórico de Santo Domingo, la capital del país y la ciudad más antigua del Nuevo Mundo. Al desandar el área colonial descubrimos la Catedral Primada de América; la antiquísima Calle de Las Damas, los museos de las Casas Reales y la impactante Plaza España, entre otros atractivos de gran belleza. Nos despedimos de la ciudad compartiendo un delicioso almuerzo en el hotel Embassy Suites by Hilton de Santo Domingo, localizado en el corazón de la ciudad.
Temas Relacionados