El misticismo característico de Estambul se acentúa no sólo en su historia, leyendas y arquitectura, sino también en su particular emplazamiento sobre dos continentes, ya que tiene una parte en Europa y otra en Asia, separadas entre sí por el estrecho del Bósforo.
Alojarse como reyes en un palacio
La ciudad –que fue fundada con el nombre de Bizancio, llegando a ser capital de los imperios Romano, Bizantino y Otomano, y también dominada por persas, atenienses, espartanos y galos– invita a desandar sus largos siglos de historia a través de sus encantadoras calles, cafés y soberbias construcciones, que le otorgan una impronta sorprendente.
Entre dichas edificaciones sobresale, con creces, el Çirağan Palace Kempinski Istanbul, un majestuoso hotel que fuera residencia de sultanes, emplazado junto al Bósforo, del lado europeo. Se trata de un auténtico palacio otomano convertido en hotel de lujo. Allí, apenas se ingresa, la sensación de realeza se acentúa sobre todo en las suites Palace, dotadas de techos abovedados, telas y elegantes antigüedades que evocan la opulencia otomana.
Pero el ÇiraĞan Palace Kempinski Istanbul no sólo es imponente en su estructura e historia, sino que también cuenta con increíbles vistas, tanto al estrecho como al parque Yıldız, lo que antes fuera un coto de caza para los sultanes.
Además de todo lo mencionado, el hotel sobresale por su dedicado y amigable servicio.
IMPECABLE SERVICIO.
Este fantástico hotel dispone de 313 habitaciones, entre las que se destacan las 20 suites ubicadas en la sección del palacio imperial. En estas últimas se ofrece un servicio de mayordomo privado las 24 horas, entrada privada y un vestíbulo de lujo.
Asimismo, en concordancia con el confort y el buen gusto de los cuartos, los restaurantes sirven platos distinguidos con sabores auténticos de la cocina turca. El exclusivo hotel cuenta con seis espacios, todos con balcones o terrazas con vistas al Bósforo, que ofrecen una versión contemporánea de las ricas tradiciones culinarias de Turquía.
Así, el Gazebo Lounge brinda una atmósfera elegante y casual, deliciosos desayunos a la carta, así como pastelería y chocolates de fabricación propia. El té de la tarde se sirve diariamente a la carta.
Por su parte, el Laledan Restaurant sirve un desayuno buffet, un suntuoso Sunday brunch y una amplia propuesta de platos internacionales y especialidades locales para la cena. Su espaciosa terraza ofrece soberbias vistas del Bósforo.
En tanto, el Tuğra Restaurant & Lounge está ubicado en el primer piso del Çırağan Palace; para la cena se puede optar entre el gran salón con antiguos murales o la terraza con columnas de mármol y vistas del Bósforo hacia el lado asiático. Se destaca por su cocina turca clásica considerada entre las mejores de Estambul.
El Bosphorus Grill sobresale por sus pescados y barbacoas, la especialidad de este espacio, que también sorprende por sus magníficas vistas.
Mientras que Le Fumoir es un lugar ideal para sentarse a fumar alguno de los cigarros del hotel o bien probar la experiencia del narguile. Ambas propuestas combinan muy bien con la selección del bar de cognacs premium, vinos y champanes, entre otras propuestas.
Por otra parte, el Çirağan Palace Kempinski Istanbul ofrece servicio a la habitación las 24 horas, boutiques, peluquería, lavandería, tintorería y traslados en limusina, bote, camioneta y helicóptero.
Los viajeros de negocios también disponen de un business center y salones, que también se utilizan para fines sociales.
RELAX TOTAL.
En un viaje a Estambul es ineludible la visita a la mezquita del sultán Ahmet, la más grande y fastuosa de la ciudad, conocida popularmente como “mezquita Azul”. Construida entre 1609 y 1616 ostenta una imponente cúpula central, más de 20 mil azulejos de Iznik (cuyo color predominante da el nombre al templo), 260 ventanas, columnas inscriptas con caligrafía dorada, lámparas y arañas descomunales.
Justo enfrente, cruzando un bonito jardín con fuentes, se encuentra otro ícono de Estambul: Santa Sofía, erigida entre 532 y 537, cuando fuera la antigua basílica patriarcal de los cristianos ortodoxos. Luego fue convertida en iglesia católica y después en mezquita por los otomanos, como símbolo de su conquista. Finalmente, en 1935 se transformó en museo. Sus mayores atractivos son su cúpula de 30 m. de diámetro y los resplandecientes mosaicos bizantinos.
También cerca de allí yacen el Hipódromo romano (330 d.C.), la Cisterna Basílica (imperdible para los fans de Dan Brown, ya que allí se rodó el final de la película Inferno) y el Palacio Topkapi, sede administrativa del Imperio Otomano.
Si de compras se trata, hay que hablar de los bazares. El mayor exponente es el Gran Bazar, impactante tanto por su belleza arquitectónica y dimensiones –en sus 80 calles se disponen 3.500 tiendas– como por su colorido. En tanto, en el Bazar de las Especias o Bazar Egipcio, las tiendas atrapan con sus aromas y sabores.
Por su parte, el barrio de Gálata cautiva con su emblemática torre, sus calles empinadas y su afamado puente, desde el que se divisa en todo su esplendor la silueta de la ciudad.
Cerca de allí, la plaza de Taksim y la calle Istiklal son ideales para terminar el día recorriendo tiendas y eligiendo algún bar o restaurante. Al igual que el barrio de Ortaköy, a los pies del puente del Bósforo.
De esta manera, luego de las jornadas de paseo, nada mejor que relajarse en el fastuoso spa del hotel. Cuenta con un hammam o baño turco tradicional, gimnasio, hidromasaje, piscina cubierta, sauna y salas de vapor, salas de masajes y una sala de cosmética. Además de una increíble piscina infinita al aire libre, climatizada en invierno.
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